miércoles, 20 de abril de 2016

CARTA A UN MALTRATADOR- 1er PREMIO (CARTA GANADORA)

¡Hola Tesoros! Empezamos la segunda mitad de la semana y hoy os traigo uno de los mejores relatos ganadores que he escrito en mi vida.

He ganado numerosos premios de relatos y escritos, pero este es mi preferido. Escrito desde el corazón y el papel en el que se puede llegar a encontrar una mujer maltratada. En pleno siglo XXI es inadmisible que estas noticias sigan llenando las paginas de nuestros periódicos de actualidad. Asique allá va. Espero que os guste y me dejéis en los comentarios que os ha aparecido. ¡Os quiero!
                                           
             CARTA A UN MALTRATADOR POR DIANA RODRIGUEZ MALMIERCA


Mi marido tiene manchas de sangre en las manos.
Hay sangre en su camisa, sangre en la cazadora, sangre, también, en los zapatos, sangre en el bajo de los pantalones.
-¿Qué pasa?- le digo.
Pero no me contesta, ni siquiera se vuelve para mirarme.
Se lava las manos en la pila, se desnuda, tira la ropa al suelo, se pone la bata… y se va
al salón. Me pregunto cómo voy a sacar esas manchas.
El pobre… Debe haberse pegado con alguien. Paco no es violento, quizá algo nervioso,
pero no violento; sólo si le molestan, si le molestan mucho, salta. Seguro que alguien le
ha molestado, le ha molestado mucho, y ha saltado.
Paco se sienta en el sofá y se sirve un whisky, apura el vaso de un trago, se sirve otro.
Quizá es un poco pronto para empezar a beber ya que acaba de amanecer.
Pobre… no es que Paco sea alcohólico, no, lo que ocurre es que el whisky le relaja;
Tiene derecho, pobre… trabaja mucho, muchísimo. Paco es quien trae el dinero a casa,
tiene derecho a relajarse un poco.
-¿Qué pasa?- le digo.
Tampoco me contesta, tampoco me mira, lo prefiero así… Será mejor que me ocupe de
mis asuntos y no le moleste. Cuando Paco bebe se relaja, sí, pero cuando bebe mucho,
como ahora, termina poniéndose nervioso; Podría empezar a gritarme o algo, a
llamarme puta… No lo dice en serio, lo sé, es sólo que… pierde los nervios, hasta se le
podría ir la mano. Pero no es que Paco me pegara, no. Quizá de vez en cuando, un
empujón, un zarandeo, una torta y algún que otro puñetazo en la boca…pero sólo si me
pongo muy pesada, sólo si le he puesto demasiado nervioso, a veces por
celos, porque me quiere mucho.
-¿Qué pasa?- le digo.
Está claro, no quiere contestar, aún no me ha mirado, no insisto, le dejo a su aire. En
ocasiones le da por eso, por quedarse a solas con sus pensamientos, no es que me
ignore, no. Pobre…cuando los problemas le aturullan se pone así. Trabaja mucho
, muchísimo. Tiene derecho a que no se le moleste, al fin y al cabo, él es quien trae el
dinero a casa. Se ha hecho de noche, Y en todas estas horas que han transcurrido, Paco
sigue bebiendo. No deja de mirar esa foto, una foto enmarcada.
-¿Vienes a la cama?- le digo.
Una vez más, silencio. Paco coge el teléfono, marca, lo dicho, está en sus cosas, mejor
no molestarle. Me voy sola al dormitorio, pero no puedo meterme en la cama hay un
charco de sangre; las sábanas están llenas de sangre, sangre en la almohada,
también…Me pregunto cómo voy a sacar estas manchas. Suena el timbre.
-Voy- digo.
Y voy corriendo, no es plan que Paco tenga que levantarse, a Paco no le gusta que le
molesten. Mejor así, pero Paco ya ha abierto, es un amor. Lleva esa foto en la mano, la
foto enmarcada, mi retrato. Hay dos policías en el rellano.
-¿Qué pasa?. Les digo.
Pero no me responden, ni siquiera me miran.
-¿Francisco Fuertes?- preguntan.
-Yo soy.
La verdad, Paco tiene una voz preciosa, dura, fuerte, varonil…
-¿Qué pasa?- repito.
No hay manera, ni responden, ni miran. A veces me siento invisible, se van a llevar a
Paco, me quedaré sola. No es que me importe, no, por que la verdad se que Paco
recibirá el castigo que se merece, no soy de su misma calaña y solo quiero que se de
cuenta de lo que ha hecho el, por que al ponerse tan nervioso, las paga conmigo.
Si, me siento invisible en este momento, tanto como que ya no estoy ahí: En esa casa,
en ese barrio…ahora estoy aquí y desde aquí arriba puedo ver que como yo, como en la
situación en la que me encontraba yo, hay miles de mujeres.

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